CAPÍTULO 34

Mientras Amelia abrazaba a su hijo y con ese abrazo le decía que estaba ahí, que siempre iba a estar con él, Valeria sonrió suavemente. Tomás la miró. Era obvio que la jefa suprema de esa ciudad estaba pensando en hacer algo contra Amelia. Fue un boom que su infierno comenzara ese día. Valeria no iba a parar hasta poder revelarle al mundo entero quién era y qué pretendía hacer. Debería haber acabado con ella cuando tuvo la oportunidad. Debería haberla acabado con sus propias manos.

Marcos miró a Valeria cuando notó la forma en que Valeria los miraba. Luego, miró a Zein.

—¿Estás bien, pequeño? ¿Estás bien?— Amelia preguntó con lágrimas en los ojos.

Gadriel asintió. Era obvio que algo andaba mal con ese chico.

—Dime mi amor, ¿estás bien?

Valeria se levantó y se acercó a ellos. —Hola, señorita Muriel. Es un placer teneros aquí, en este terrible momento que atraviesa la familia Valladolid—. Discretamente, tomó la mano de su nieto y lo apartó de Amelia.

Marcos la ayudó a levantarse y, con
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