La semana fue mágica para Rebecca. Ella sentía que estaba viviendo en un sueño, pues las cosas con Luciano iban de maravilla. Estaba pensando en lo mucho que amaba a ese hombre cuando el teléfono sonó, haciéndola regresar a la realidad.
– Joseph –frunció el ceño confundida al ver el nombre en la pantalla de su teléfono. Hacía mucho tiempo que no hablaba con él y lo extrañaba– Hola abuelo –le saludó con alegría apenas contestó.
– Hola cariño. Me has tenido abandonado. Te olvidaste de este viejo –bromeó. Ella rió.
– Claro que no abuelo, es solo que he estado algo ocupada.
– Está bien cariño, yo entiendo, pero me gustaría que de vez en cuando vinieses a visitarme. Extraño conversar contigo como solíamos hacerlo.
– Yo también –aseguró– prometo ir a verte pronto.
– Te tengo un obsequio
– ¿En serio? –exclamó sorprendida– abuelo no tienes que darme nada.
– Quiero hacerlo. Sigues siendo mi nieta y me hace feliz consentirte –Rebecca sonrió ante el comentario.
– Está bien.
– Pero tendr