Después de casi tres horas entre la cena y la sobremesa, Lucas cierra la puerta de entrada una vez que mi padre sale de la casa y me mira desde allí —no ha ido tan mal — comenta haciéndome reír.
—Para nada, es más han armado planes de boda y todo — me quejo cruzándome de brazos mientras apoyo mi espalda contra la columna que está detrás de mí.
Él camina hacia mi tal como si yo fuese su presa y se sonríe — ¿y eso te molesta?— pregunta divertido.