Cocoa me dio la bienvenida con un ladrido cuando entré a la casa. Ella corrió y saltó sobre mis piernas. Inclinándome, le di unas palmaditas en la cabecita.
—Hola chica. Al menos alguien se alegra de verme.
Me quité los zapatos y me dirigí al baño de abajo. Un chorrito de agua fría en mi cara pareci