Liya cumplió su promesa y estuvo allí para la cena, al final de la mesa, recordándole el recuerdo de su primera noche en su compañía... de esta enorme mesa de madera que había sido derribada y que aún conservaba rastros de la violencia. Del sheikh
- Buen provecho, su alteza.
Las llamas de las velas titilaban sobre la mesa, las bandejas de plata rebosaban de apetitosos alimentos y ella se dejaba tentar por el cordero. Cuando levantó la cabeza, Liya se encontró con la mirada oscura del sheikh, carente de calidez. ¿Qué más había hecho?
- ¿Qué tienes? Se atrevió a preguntar, dejándose caer en su silla.
- Te pedí que cenaras conmigo Liya, soltó con amargura e impaciencia.
- ¡Sí, de hecho y estoy aquí! Finalmente, ¿qué más está pasando?
Ella vio sus feroces ma