Observo la senda peatonal del puente Brooklyn frente a mí y miro a Iván que me tiene tomada de la mano tal y como si yo fuera a escaparme —¿quieres caminar por el puente? — pregunto un tanto confundida y miro mis zapatos —traigo tacones— explico y no entiendo porque está sonriendo.
—Tú no te preocupes, no tendrás que hacer ningún esfuerzo— me asegura y de pronto un chico con una bicicleta de esas que trae una carreta enganchada atrás es acerca a nosotros —señorita— me dice mi nuevamente novio y me ofrece su mano para ayudarme a subir y una vez que me siento, él sube y se sienta a mi lado.
—Lo tenías planeado— le reclamo entre risas.
—Esperaba tener un poco de suerte— se defiende y pasa su