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Un Mes Después

Ya paso un mes desde que con Iván decidimos dejar las cosas hasta donde habían llegado y, a decir verdad, extraño sentir su cuerpo sobre el mío. Por su parte, ya regreso a sus andanzas de siempre y yo trato de hacer como si nada ocurriera. Son unos pocos "hola" y "adiós" los que hemos cruzado en este tiempo y no sé cómo hacer para recuperar, aunque sea la amistad que teníamos.

¿A quién quiero engañar? Es imposible que volvamos a ser esos amigos que una vez fuimos. Cruzamos los límites de la amistad y eso trajo sus consecuencias, o quizás es que me duele verlo con otras mujeres... creo que el problema es que a pesar de que no quería admitirlo, en algún momento sucedió. Rompí la promesa que le hice a Sebas e involucre mi corazón… me enamore a pesar de que no debía.

Si, de alguna forma termine enamorada de mi vecino, el mujeriego que me hacia el amor de manera exquisita y que a simple vista es el peor partido para cualquier mujer… bueno solo porque es incapaz de amar…

Dejo mis reproches a un lado y cierro la puerta de mi piso para irme a trabajar. —Hola. — lo escucho decir y volteo para verlo, pero esa enorme sonrisa que trae en su rostro, creo que no es para mí —¡Como te extrañe! — continua y al voltearme para el otro lado, veo a una rubia de ojos azules como salida del catálogo de Victoria Secret caminando hacia él.

—¡Mi amor! — le dice e ignorando por completo mi presencia, lo abraza como si no hubiera un mañana.

«¿Le dijo mi amor? ¿Acaso ellos...?» No quiero ni terminar de formular esa pregunta en mi cabeza...

Les regalo una falsa sonrisa y me dispongo a irme cuando él me llama —Jimena, te presento a mi novia Carolina. — me dice con una enorme sonrisa que me encantaría borrar de una bofetada.

—Un gusto. — respondo intentando sonar normal, pero no.… no puedo. —pásenla bien, yo debo ir al trabajo. — digo sin más y sigo mi camino.

«No lo puedo creer... tiene novia... ¿Qué paso con el mujeriego que era?» No puede ser... siento que me va a estallar la cabeza «¿No era que tenía miedo al amor y todo eso?»

Me siento mal... esto me pasa por salir sin desayunar... «este elevador que tarda un año en llegar.» me quejo por dentro mientras sigo escuchando sus risas estúpidas a lo lejos.

«¡Hasta que llegas!» le grito internamente al elevador y subo.

Es en este pequeño sitio en el que me encuentro absolutamente sola que dejo salir las lágrimas de mis ojos. —¡Soy una estúpida! — me grito y me dejo caer al suelo. —Me enamore de un idiota... O quizás la idiota fui yo al salir corriendo a la primera situación donde mi corazón estaba en jaque. — no solo rompí mi promesa, sino que ni siquiera lo hice por algo que valiera la pena…—perdóname Sebas. — digo a la nada. —te falle mi amor... me enamore...— digo entre sollozos.

El elevador abre sus puertas y la vecina del quinto piso me mira extrañada. —¿Te encuentras bien? — pregunta amablemente y asiento mientras me pongo de pie.

—Sí, gracias, señora García. — respondo tímidamente y salgo del elevador para luego huir del edificio.

Mi mente es un absoluto caos mientras voy hacia la oficina, no puedo parar de reprocharme lo imbécil que fui tanto por enamorarme de él, como por lo cobarde que fui.

—Hola Jimena.— me dice Sabrina al entrar a la oficina.

«Ella siempre tan amable...»

—Hola. — me limito a responder mientras camino hacia mi escritorio. No tengo ganas de nada, solo quisiera haberme quedado durmiendo en casa y nunca haber tenido que afrontar la realidad que afronte hoy.

Me siento en la silla detrás del escritorio de mi oficina y recuesto mi cabeza sobre mis brazos los cuales están apoyados sobre el escritorio. Me quedo en absoluto silencio mientras que intento poner mi mente en blanco, pero es la voz de Sabrina preguntándome si quiero un café la que me interrumpe.

—Gracias. — digo sentándome correctamente y al hacerlo mi mundo da vueltas...

—¿Te sientes bien? — me pregunta preocupada.

—No, empecé el día de la peor manera... pero no es nada físico. — le confieso y creo que entendió perfectamente que no quiero hablar del tema ya que ella tan solo me da una tímida sonrisa y se retira.

Definitivamente hoy será un día interminable… ¿será que me puedo ir a mi casa y meterme en mi cama hasta que llegue la hora de irme de Madrid?

«Eso sería lo más conveniente… irme…»

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