Sebastián
—¡Sebastián! —Ava pataleó cuando cargué a Scarlett fuera del vagón—. ¡¿Cómo pudiste...?!
—Él ya era así cuando se casó conmigo —Scarlett le sonrió dulcemente a Ava, como la hermana cariñosa que solíamos querer que era—. No te preocupes. ¿Lo que sientes ahora? Es exactamente cómo se supone que debe sentirse ser su esposa.
Las palabras de Scarlett fueron cuchillos que atravesaron a Ava antes de clavarse en mi corazón. Sabía que Scarlett me estaba utilizando, y no me importaba. Pero cuando sentí su cuerpo tensarse por el contacto físico conmigo, me dolió terriblemente.
No quería forzarla con un abrazo, pero tampoco iba a negarme cuando ella lo ofrecía.
—¡Eres mi hermana! —Ava mira alrededor, atrayendo la atención de la gente para interpretar su papel de hermana angelical—. ¡Pensé que la prisión te cambiaría para bien, pero veo que me equivoqué...
Su tono afligido sonó tan genuino que la ira pronto se dibujó en los rostros de quienes nos rodeaban.
—¡Nada de fotos! —levanté la man