Hugo apretó los dientes y no pudo responderle de forma diplomática. Se habían pasado las noches soñando con casarse con Paola y deseaba anunciarlo al mundo entero.
Tras un repetido y cruel el rechazo de ella en aceptar su mano, él finalmente llegó a la conclusión de que aquella anoche fue un malentendido, a Paola nunca le había gustado él. El sorprendente giro de los acontecimientos, el matrimonio que iba a celebrar, lo entusiasmaba y frustraba al mismo tiempo. La fuerza de los sentimientos en su interior lo puso nervioso durante los últimos días, Así que respiró profundo y bramó: —¿¡Eso no es asunto tuyo! —¡Es verdad! — dijo Belén de forma abrupta cuando un pensamiento se le atravesó—. El señor Ponce mencionó que ustedes también están aquí para obtener su acta de matrimonio. ¡Perdónenme por mi mala memoria, felicitaciones a ambos! Paola se enfureció aún más por el Sarcasmo. —¡Zorra! ¿Esto es u