Punto de Vista de Kaelen

​El derrame cerebral le había robado tanto—su movilidad, su voz, sus sueños. ¿Y la causa de todo? Mi padre. El Alfa Ronan.

​Luis y yo habíamos estado allí esa noche, escondidos detrás de cajas en el antiguo almacén de la manada. Habíamos visto el asesinato, el destello de las garras de mi padre mientras desgarraban a su hermano—el padre de Luis. La traición, las mentiras, la pura brutalidad de todo.

​Los gritos de Luis habían reverberado después, y el shock le había robado algo vital al niño de once años para siempre.

​—Hola Luis—dije mientras me acercaba.

​Su cabeza se movió ligeramente en mi dirección, que era el único reconocimiento que podía dar. Arrastré una silla y me dejé caer en ella, frente a él.

​—Otro día en el paraíso, ¿eh?—murmuré, pasándome una mano por el cabello—. Lo juro, esta manada se vuelve más tonta a cada minuto. Uno pensaría que con todo el drama de por aquí, alguien al menos intentaría ser interesante.

​Luis parpadeó lentamente, su únic