11. ¡No te atrevas a salir de aquí!
—Hay mucho que aclarar aquí, pequeña Maggie.
Nathaniel no podía alejar la mirada del rostro de Maggie que se encontraba recostada a la pared del ascensor, ella lo estaba viendo con sus ojos muy abiertos, entre sorprendidos y enojados viéndose totalmente tentadora. Podía notar como su pecho subía y bajaba dejando en evidencia lo nerviosa que estaba.
Sin embargo, en lo único que podía pensar era en las manos del abogado sobre la chiquilla y eso hacía que la sangre le hirviera, él no estaba haciendo todo esto para que viniera otro idiota y la enamorara.
Así que sin poder contenerse se acercó mucho más a ella apoyando ambas manos a los lados de su cabeza, dejándola aprisionada contra su cuerpo. Desde esa distancia, podía notar los puntos verdes en sus ojos cafés e incluso ver las pecas que se regaban por su piel de porcelana.
Sin embargo, la cercanía solo empeoró su situación porque entonces la sintió temblar debajo de él y estaba seguro que no era de miedo.
Entonces su control se de