-Ahora si quiero usar un vestido blanco- murmure contra su pecho-
-Podrías usar uno amarillo que te verías igual de hermosa mi vida-
-Arruine tu propuesta de matrimonio perfecta así que lo mínimo que puedo darte es la boda perfecta-
-No arruinaste nada mi vida, planeaba que este fin de semana tus papas llegan de sorpresa y proponértelo frente a ellos y los niños-
-Esto fue aún más perfecto-
-¿Eso crees?-
-Lo fue mi vida, en verdad quiero seguir llorando-
-Puedes llorar todo lo que quieras, estoy acá para abrazarte-
Nos quedamos un rato largo abrazados mientras Alex acariciaba mi espalda y yo dibujaba en su pecho. Aun seguía sin entender que hice para merecer a este hombre.
Unas tres horas más tarde ya nos encontrábamos a la mitad del camino cuando a todos nos dio hambre así que paramos en un restaurante para comer algo y estirar un poco las piernas, después de todo llevábamos casi una hora y media dentro de la camioneta. Si bien íbamos cantando y jugando entre nosotros, llegaba el pun