Capitulo 2

Trato de no hacer mucho ruido, de irme lo más rápido de allí, si Andrey me ve, le dirá todo al señor Novicov no puedo arriesgarme de esa manera. Sigo mi camino hasta el interior del bar y la alta figura de Alejandro se convierte en mi salvavidas cuando mi cuerpo choca con el suyo.

- ¿Qué sucede cara? - pregunta cuando levanto mi vista hacia él.

- No me siento bien, me duele la cabeza - respondo tratando de seguir al interior del bar.

- En mi oficina hay algunas aspirinas puedes tomarte una, luces como si hubieras visto un fantasma.

- Sí, no me siento muy bien, discúlpame - me retiro de allí girando mi vista, asegurándome de que a Andrey no se le haya cruzado la idea de entrar al bar.

Subo hasta la oficina de Alejandro y me acerco a su escritorio, saco de allí una aspirina y la guardo en mi bolso mientras saco la jarra de agua de la pequeña nevera que hay a un lado, Alaric fija su vista en la mía, una mirada que no trasmite un buen mensaje, desde que llegue a ROMA, jamás le he caído bien. Así que no es nuevo que me dedique esa mirada de "vete a la m****a" de su parte.

- El jefe cometío un error al enamorarse de ti - dice una vez me siento en el sillón.

No respondo nada, dejo que siga hablando.

- No creas que no se las verdaderas intenciones que tienes con seguir a su lado.

- Suenas como una niñita que ruega por la atención de su papá - respondo levantándome de la silla y acercándome hasta él, - ¿Tienes miedo de que una mujer obtenga mejor confianza de su parte que tú, su mano derecha? - enarco una ceja.

- Cuidado en cómo me hablas - su mano sujeta la mía fuerte, mientras intento alejarme de allí.

- ¡Suéltame imbécil! - gruño soltándome de su agarre.

- ¡¿Quién putas te crees!?- la voz ronca de Alejandro aparece en medio de los dos, - ¡No vuelvas a ponerle un dedo encima! - su puño da directo en el rostro de Alaric provocando que caiga al suelo.

- Jefe.. - susurra este llevándose la mando al rostro.

- ¡Juro que te matare si vuelvo a ver lo mismo! ¿capisci?

- Entendido señor - Alaric se levanta del suelo y sale de allí cerrando la puerta a sus espaldas.

Un Alejandro molesto se sienta en el escritorio mientras mira de reojo los papeles que tiene encima, ni siquiera levanta la mirada.

- Estaré abajo..

- ¿Es la primera vez que sucede? - enarca una ceja y fija su vista en la mía.

- Alaric solo perdio el control.

- El control lo perderé yo con ese hijo de perra si tan solo se le cruza por el pensamiento volver a tocarte.

- Alejandro es tu jefe de seguridad - en estos momentos no me sirve que despida a Alaric, la única sospechosa del robo seria yo, y si agrega a una nueva persona a la seguridad estaré perdida.

- ¡Me importa un coño! - saca un cigarrillo de una de las gavetas de su escritorio y lo enciende, - Debo decirte algo, no tienes porque preocuparte por el pago de los estudios de Georgia, los he pagado yo.

- ¿Que? - me acerco furiosa hasta él, - ¿Georgia te lo pidió?

- No, lo he hecho por mi cuenta - escupe el humo del cigarro y pasa su mano por la mía, - No me gusta ver a mi Venus triste.

- No tenías por qué hacerlo - retiro mi mano de la suya, - He dicho que me encargare de mi familia.

Tendré que hablar con Georgia, antes de que arruine las cosas, siempre sucede lo mismo, viene y le pide dinero. Mi hermana actúa como si todo esto fuera el maldito juego del monopolio.

- Victoria.. - Alejandro se levanta de la silla y se acerca hasta donde estoy, - No tienes por qué resolver los problemas de los demás.

- Es mi familia.

- Acepta lo que te he propuesto, acepta venir vivir conmigo en mi mansión - sus manos se fijan en mis caderas a la vez que sus labios se juntan a los míos, no puedo rechazar el beso, no puedo si quiera apartarlo de mí, debo simular que me siento cómoda, no lo amo, ni siquiera le tengo cariño, tan solo puede que sea gratitud.

Nos separamos cuando me cuesta retomar el aliento.

- Me llevas al paraíso con tan solo besarte - esboza una sonrisa.

- No puedo aceptarlo, lo siento - me alejo de sus brazos.

- Tal vez algún día logre que me ames, esto es para ti - saca de su bolsillo una pulsera con dijes en oro, - Es preciosa como tú.

- No puedes comprar el amor y el cariño de las personas con regalos, ni con dinero - devuelvo el regalo a su lugar.

- Señor - la voz de Alaric se escucha en ese momento, - Los socios han llegado.

- Iré primero - respondo pero su mano me detiene.

- Devuélvete hoy a casa - jamás me había pedido eso, jamás me había dicho que lo dejase solo en una junta de socios.

- ¿Estas seguro?

- Descansa - me da un beso en la frente, - No quiero que enfermes - sale de allí y Alaric lo sigue.

***

Ha llegado el fin de semana, y he decidido ir a mi casa a llevar el dinero que le prometí a mi hermana, el autobús me deja a unas cuadras de allí, sigo mí el camino hasta que llegó a la entrada.

Toco la puerta y mi hermana abre.

- Vick...- susurra mientras pasa sus manos por el rostro, se acaba de levantar.

Entro a la casa cuando esta me abre la puerta en su totalidad, la casa luce desordenada, luce como si hubiera pasado un terremoto por allí.

- Georgia, creí que le ayudabas a mi madre con las cosas del hogar - refuto furiosa.

- Tengo que estudiar - se encoje de hombros.

- Es lo mínimo que deberías hacer, mi mamá aun trabaja en ese restaurante y tú te la pasas acá sin hacer nada. Mi madre está enferma ya le he dicho que deje ese trabajo.

Georgia rueda los ojos.

- Lamento si no todas podemos ser como tú - dice sarcásticamente.

- ¿Que? ¿cómo yo?

- Si, como tú, mírate estas al lado de Alejandro, siendo el centro de atención de todo el mundo.

Lanzo un suspiro en el aire.

- ¿Crees que me siento feliz de ello? - enarco una ceja, - Acá está el dinero que necesitabas - tiro el sobre a un lado y ella lo abre enseguida.

- ¿Cincuenta dólares? - enarca una ceja.

- ¿Qué pretendías?

- Debes ganar más dinero a su lado hermana - las palabras de Georgia me sacan de mis casillas, levanto mi mano para abofetearla pero me detengo.

- ¿Me vas a golpear?

- No vuelvas a pedirme dinero si no es para los gastos de la casa - recojo mi bolso y me encamino hasta la puerta.

- Siempre has sido el orgullo de mi madre, pero ella no conoce la realidad.

- Eres tan cínica - me volteo a encararla, - Estoy cumpliendo una contrato que nunca busque, gracias por tu agradecimiento, ¡gracias por asimilar lo que he hecho por ti! - tiro la puerta de un golpe.

Recorro las calles y mis ojos se fijan en la figura de un auto, un convertible azul.

- ¡Hey! Chica virginal - la voz de Andrey me hace rodar los ojos.

Lo ignoro y sigo caminando.

- Puedo llevarte a casa de Novicov - se baja las gafas de sol.

- Gracias, me siento cómoda caminando - respondo con una falsa sonrisa.

- Anda, sube - guiña un ojo y abre la puerta de su auto.

- Gracias, pero prefiero compartir el autobús con otra persona.

Andrey levanta su mano y sonríe a la vez que levanta tres dedos, uno a uno. Rodea su auto y me sube encima para meterme en el auto, golpeo su pecho con mis piernas y el solo se carcajea.

- ¡Suéltame idiota! - gruño cuando cierra la puerta del auto.

- Tres segundos para que evites decirme que no - sube al auto y acelera.

- ¡Imbécil!, ¡eres un imbécil! - grito y sujeto su camisa negra.

- Gracias, linda Vicky, me han dicho insultos peores - sonríe.

Muerdo mi labio inferior furiosa mientras clavo mi vista en el vidrio de la ventana.

- Estúpido hombre tatuado - murmuro entre dientes.

- Tengo un nombre, Andrey. El mal humor en las personas ocasiona que envejezcamos más rápido.

- Puede dejarme acá - respondo cuando veo un centro comercial.

- No estamos ni cerca de la casa de Mishenka, ¿piensas comprar tu uniforme de monja allí?

- Dije que detengas el auto.

- Te ves más linda cuando no hablas tanto - detiene el auto de manera abrupta y provoca que caiga encima de la guantera.

- ¡Que patán! - respondo mientras paso mi manos por mi frente, me quito el cinturón de seguridad y coloco un pie fuera del auto, tirando la puerta de este.

- Adiós linda Vicky - guiña un ojo y yo ruedo los ojos.

- ¡Vete al demonio! - respondo.

- Que buena sugerencia, es una lástima ya lo conozco - acelera y me desaparece de allí.

Me dirijo hasta el restaurante en el que trabaja mi madre. La encuentro recibiendo un pedido, luce cansada, sus ojeras l reflejan.

- Mamá - susurro cuando me acerco hasta ella.

- ¡Victoria! - chilla de alegría y se limpia las manos en su delantal, - ¿Cómo estas hija?

- He ido a casa, y he comprobado que Georgia no te ayuda en nada.

- Oh, tu hermana esta algo preocupada por sus estudios.

- Eso no es excusa, quiero que dejes el trabajo, estas enferma, me hare cargo de los gastos de ustedes.

- Victoria, sé que tienes todas las buenas intenciones en ayudar, pero no podrás con todo, están también tus propios gastos, ¿qué hay de la universidad?

- No te preocupes por ello - tendré que decirle a Alejandro que me dé un adelanto, o tan solo considerar la idea de poner en marcha mi plan de robarlo lo más pronto posible, si tan solo supiera la maldita clave.

- No quiero que hagas ese sacrificio por nosotras, tu padre no estaría de acuerdo.

- Quiero que dejes el empleo, primero tu salud, ya hable con Georgia, no es una niña, puede ayudarte en las cosas de la casa. Sus estudios ya han sido pagados.

- ¿Como? ¿De donde salió el dinero?

- No te preocupes, ahorre y pude pagarlo.

- Como quisiera seguir hablando contigo pero, debo terminar mi trabajo.

- Está bien, esto es para ti - saco un sobre de dinero y se lo doy a mi madre.

- ¿Cien dólares? Es mucho.

- Guarda este dinero donde mi hermana no lo vea - se de lo que es capaz Georgia, y no seré participe de que se gaste el dinero en otras cosas como alcohol.

- De acuerdo - pasa sus manos por mi rostro, - Estas muy hermosa, espero que algún día encuentres tu propia felicidad.

- Dime algo que pueda creerme mamá - le devuelvo un beso en la mejilla y me despido de ella.

Saco mi móvil de mi bolso y diviso un mensaje de Alejandro.

Te espero amore.

Tomo un taxi y pido que me deje en el bar, usualmente los fines de semana me reúno más temprano con Alejandro, hoy era diferente, el bar iba a estar abierto hasta tarde y se había programado mucha gente para asistir.

Subo las escaleras y lo encuentro parado mirando desde la ventana la vista que le ofrece la ciudad.

- Hola preciosa - susurra acercándose a mí, - Pensé mucho en lo que me dijiste.

- ¿A qué te refieres?

- "El dinero no puede comprar el amor" - ¿Aceptas entonces esto? - saca un rosa roja de su bolsillo y lo coloca en mis manos.

- Alejandro..

- Di que lo pensaras.

- No sé qué decir.

- Sé que estas molesta por lo de Georgia, no tienes que pagarme el dinero.

- Te daré igual el dinero. Un año trabajando para ti, ese fue el contrato.

Mi respuesta logra en él otra reacción una que lo coloca furioso.

- Un año y te vas - responde molesto.

- Así es.

- ¿Puedo hacer algo para que te quedes más junto a mí?

- No - susurro.

- Te espero abajo - dice finalmente mientras me ignora saliendo de la oficina tirando la puerta.

Me apoyo en el mueble dejando a un lado la rosa, me cuesta creer que Alejandro ame a una persona, es la primera vez que confiesa que quiere que me mantenga a su lado siempre, es la primera vez que me regala una flor, es la primera vez que veo a un hombre diferente en sus ojos.

- ¿Que fue eso? - la voz de Lena se hace presente.

- Esta cabreado.

- ¿Porque?

- Le he dicho que no pienso quedarme más de un año a su lado.

- M****a, ¿sabes que está enamorado de ti?

- ¿Enamorado? - bufo, - A Alejandro solo le importa el no perder sus negocios.

- Venus, Venus... se enamoró de ti. A nadie le ha brindado más atención que a ti, casi mata a Alaric esa noche.

- Es un celoso, es todo.

- No deja ni que sus socios de ten la mano.

- ¿Sabes si esa noche hizo negocios con algún ruso?

- ¿Ruso? Alejandro odia a los rusos, nunca hace negocios con ellos.

- Lo sé, pero ese día.. yo.

- ¿Ese día que?

- Creí haber visto un hombre ruso.

- Tal vez quería entrar al bar, pero se cerró por la reunión.

- Si debió ser eso.

- Alejandro me envió a que te diera esto, lo compro hoy, tiene buenos gustos - Lena saca de una bolsa un vestido de satín color rojo.

- Si, ya me imagino qué clase de reunión tendrá hoy - ruedo los ojos y tomo el vestido en mis manos mientras avanzo al baño de la oficina.

- ¿Quieres que te ayude?

- Sí, creo que hay que subir el cierre - le señalo el sitio a Lena y ella me ayuda a colocármelo cuando me he desecho de las prendas que tenía puestas.

- Ya está, luces en verdad como Venus. Tienes un bonito cuerpo.

- Creo que hoy me recogeré el cabello.

- Creo que luciría mejor suelto, en una media cola.

- Da igual, todas las noches son iguales. Tendré que soportar loa halagos de esos tipos - la belleza es tu mejor arma, recuérdalo Victoria.

- Solo le funciona a uno - Lena esboza una sonrisa, - Esos tipos dudarían en meterse contigo, se hacen pipi de tan solo ver a Alejandro.

- Tal vez tengas razón.

- ¿Aún sigues siendo virgen?

- Sh.. - callo a Lena con mi mano, - No lo digas en voz alta podrán escucharte.

- No es como si Alejandro no lo supiera - Lena rueda los ojos.

- Él tal vez lo sepa, pero sus hombres no, y eso es una desventaja para mí.

- Tienes razón, ni que esos tipos se enteren, iré por el maquillaje - Lena sale de allí dejándome sola en el espejo del baño, me acomodo el cabello en media cola y repaso mis manos por el vestido de satín.

El sonido de mi móvil me hace correr hasta donde se encuentra mi bolso. Es una llamada de mi madre.

- ¿Mamá?

Escucho su llanto detrás de la línea.

- ¿Mamá dime que sucede?

- Tu hermana se fue de la casa - responde entre lágrimas, - Ha dejado una nota en la que dice que no volverá, Georgia solo tienes dieciséis.

- Tranquila, la buscare.

- Hay mucho peligro allí afuera.

- Tú no te preocupes, la encontrare, solo cálmate.

- ¿Le doy aviso a la policía?

- No la buscaran a menos que pasen ciertas horas, lo resolveré. Lo prometo.

- De acuerdo, tratare de buscarla cerca de casa - mamá llora desconsolada del otro lado de la línea.

Cuelgo la llamada con ella. Georgia está loca, solo quería el dinero para irse. Me dejo caer en el sillón. Me cuesta creer que mi hermana sea capaz de todo ello, es la que más daño le ha hecho a mi madre.

- ¿Qué sucede que no bajas? - la voz furiosa de Alejandro me hace fijar mi vista en él.

- Es Georgia, se ha ido de casa - suelto una lagrima, New york es peligroso y hay pandillas en la zona en la que vivimos.

- No llores, le diré a mis hombres que la busquen.

- Iré con ellos - recojo mi bolso y me acerco a las salida pero él me detiene.

- ¿Estás loca? Es peligroso, tú te quedas acá.

- Es mi culpa, se ha ido por mi culpa, discutimos hoy en la tarde.

- ¿Es tu culpa ahora por decirle la verdad? Que es una buena para nada.

- Georgia me pidió dinero, creí que era para la casa, pero en realidad lo utilizo para irse.

- ¿Más dinero? Tu hermana es una aprovechada y cínica.

- Mi mamá está en casa angustiada.

- Lo resolveré - Alejandro llama a Alaric y le da las órdenes a sus hombres para que la busquen.

Me hago a un lado tratando de calmarme cuando siento sus brazos rodearme la cintura.

- Aparecerá - susurra en mi oído.

- Gracias por ayudar a encontrarla.

- Te ves hermosa en ese vestido - me hace girar su vista hacia él sus manos me sujetan de las caderas y me suben encima del escritorio.

- Ale... - no término de decir su nombre cuando sus labios buscan los míos, los muerde ferozmente, trasmite en su beso lo que quiere de mí.

- Me traes loco - sus besos bajan por mi cuello mientras mis manos luchan por alejarlo de mí, puedo sentir su erección rozar mis bragas, se siente incómodo, - No quiero a otra mujer más que a ti, quiero que esta noche seas mía - su mano me acerca más a él, mientras mis ojos conectan con los suyos color ámbar.

¡Carajo!

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