(Punto de vista de Arielle)Observé a Jared quedarse quieto; sus ojos se abrieron como platos y casi se salieron de sus órbitas. Pero yo no me inmuté, seguía queriendo oír su respuesta.Se hizo el silencio entre nosotros.“¿Qué fue lo que dijiste?”, preguntó, con la voz aún teñida de asombro y la expresión congelada.“¿Aún quieres estar con ella?”, continué. Cuando dije “ella”, supo exactamente a quién me refería.“Perdona, pero no estás siendo coherente”.“¡Bien, te lo deletrearé!”, grité. De repente, me aburrí y quería ir al grano.“Estos días he estado pensando mucho y he descubierto algunas cosas. Si sigues sin poder soltar a Sofía, te dejaré libre para que estés con ella. No me interpondré en tu camino para estar con tu amor de toda la vida. Nos separaremos amigablemente, y si ustedes dos quieren, puedo darles mis bendiciones”.“¡De qué demonios estás hablando!”, explotó Jared, poniéndose de pie. Sus cálidos ojos azules se habían vuelto fríos, y su nuez de Adán burbujeaba.
(Punto de vista de Arielle)“¡Estás bromeando!”, gritó Ashley por teléfono. “Me imagino la cara de asombro que puso”.En cuanto llegué a la oficina y me instalé, llamé a Ashley para ponerla al corriente de lo sucedido aquella mañana. Estaba sorprendida y feliz, y eso se reflejaba en su risa alegre.“Por un momento temí que se abalanzara sobre mí furiosa. Estaba tan sorprendida. Supongo que ser rechazada cuando estaba acostumbrada a salirse con la suya no fue una buena experiencia para ella”.“Lo sé, ¿verdad? Jared se merece una palmadita en la espalda. Debería hacerlo a menudo. Hacerle saber que no siempre puede salirse con la suya”, chilló Ashley. “Ojalá pudiera seguir así”, dije, con mi voz perdiendo de repente parte de su brillo. “Me duele verlo vacilar todo el tiempo. Esta vez me defiende, la otra, cumple todos sus deseos”.“Vamos, no seas así. ¿No dijiste que anoche estaba arrepentido y se disculpó?”.“Lo hizo, pero...»”.“Sin peros, Arielle Smith. Siento haberte sugerido
(Punto de vista de Arielle)Jared y yo nos detuvimos, intercambiando miradas de sorpresa.“¿Qué es ese ruido?”, pregunté, con el miedo asomando a mis facciones.“No lo sé…” Jared empezó a decir, pero hizo una pausa como si recordara algo. Y entonces entró corriendo en la casa, gritando: “¡Sofía!”.Me quedé atónita por un momento, pero lo seguí. Corrimos hasta llegar a la sala, jadeantes, y allí estaba Sofía, perezosamente tumbada en el sofá, viendo una película.“¿Te volviste loca, Sofía?”, solté antes de poder contenerme. “¿Por qué gritaste?”.No dijo nada, sino que me observó antes de volver la vista al televisor. Tampoco notó la presencia de Jared, supongo que seguía enfadada con él por haberla rechazado por la mañana.“Sofía, te están hablando”, empezó Jared; su voz tenía un tinte de irritación. “¿Por qué gritas tan fuerte?”.Sofía finalmente miró a Jared, con su mirada desdeñosa. “¿Y a ti qué te importa?”.“Nos hiciste temer por tu seguridad, a Arielle y a mí”, respondió
(Punto de vista de Arielle)Jared hizo una pausa y se hizo un silencio momentáneo. “¿Por qué?”, finalmente me preguntó.“Porque no quiero. Puedes ir con Sofía, seguro que ella aceptará encantada la oferta”.“Pero Sofía no es mi esposa, Arielle”, protestó él. “Tú sí”.“Últimamente me lo cuestiono, pues ya no sé cuál es mi papel en tu vida. La dejas hacer cosas y salirse con la suya como si fuera la amante aquí”.“Oye”, dijo Jared y se acercó a mí en la cama. “Lo siento…”.“¡Ese es el problema!”, grité, tiré las sábanas y me incorporé. “Todo lo que dices es lo siento, lo siento y lo siento. Pero, no haces ningún esfuerzo por cambiar. Estoy harta de escuchar tus disculpas. ¿Sabes por qué? Porque tus acciones siguen repitiéndose”.“Arielle, ella está embarazada…”.“¿Y eso significa que puede hacer lo que le dé la gana? ¿Sabes qué? No quiero hablar más de Sofía, porque últimamente, como marido y mujer, ni siquiera podemos hablar sin que ella sea el tema de discusión. Buenas noches,
(Punto de vista de Arielle)“¡Mierda! Vamos a llegar tarde”, maldijo Jared mientras se ponía la camiseta.Me reí con ganas, viéndolo lloriquear como un niño. “Bueno, si no hubieras estado tan necesitado en el baño, no llegaríamos tarde”, bromeé.“No puedes culparme, querida esposa. Eres demasiado irresistible”, dijo, y yo apreté los labios para no sonrojarme. Intenté no recordar el sexo en la ducha, porque me sonrojaría aún más. Jared había sugerido un rapidito, y acabamos yendo por la segunda ronda, y casi íbamos por la tercera de no ser por mi oportuna intervención.“Pues tienes que aprender a hacerlo”, le dije y me acerqué a él, dándole la espalda. “Ven, ayúdame con la cremallera”.“Estás preciosa con este vestido rojo”, me halagó Jared mientras trabajaba en la cremallera.“Gracias…”, iba a decir, pero me quedé sin aliento cuando sentí sus dedos recorriendo mi espalda.“Podríamos saltarnos la fiesta, ¿qué opinas?”, susurró.“Digo que me subas la cremallera y te guardes las m
(Punto de vista de Arielle)Se me cayó la cara de vergüenza cuando miré el espacio vacío y me di cuenta de que Jared y Sofía habían entrado sin mí. No tenía ningún problema con Sofía, pero sí con Jared.Yo era su esposa y ¿no se suponía que las parejas debían llegar juntas a un evento? Dudé un momento y me planteé entrar sola o llamar a Jared para que me acompañara.Me ponía muy nerviosa entrar en el bar sin Jared, porque a pesar de ser su esposa desde hacía tres años, nunca había conocido a sus compañeros y amigos, principalmente porque estaba ocupada con el trabajo o porque nunca se presentaba la oportunidad.Tras unos segundos de indecisión, decidí entrar sola. Respiré hondo, me alisé el vestido, cuadré los hombros y me dirigí a la puerta de entrada.Al empujar la puerta, el sonido de las risas y las bromas me dio la bienvenida, e inmediatamente me golpeó el olor a perfumes caros y alcohol.¡Woa! Definitivamente, ésta era una reunión para gente importante, pensé. Recorrí la sa
(Punto de vista de Arielle)Los ojos del hombre se dilataron de asombro, con la boca abierta. “¿Eres... eres la esposa de Jared?”, tartamudeó.Su compañero parecía igualmente sorprendido. “¿Qué? No puede ser”.El primero pareció recuperar la compostura, con la expresión de sorpresa en su rostro ahora sustituida por una sonrisa socarrona. “Crees que puedes engañarnos, ¿eh?”, preguntó, lanzándome una mirada burlona. “No eres más que una de esas mujeres enamoradas de Jared que desean tanto su amor”.Solté una risa baja, divertida por la ignorancia del hombre. “¿En serio?”, pregunté, sacando mi teléfono. “Déjame enseñarte algo, entonces”.Desbloqueé mi pantalla, revelando una foto de Jared y yo el día de nuestra boda. Estábamos sonrientes, abrazados.Los ojos de los dos hombres se abrieron de par en par al ver la imagen. Jadearon al unísono y sus rostros palidecieron.Les guiñé un ojo, satisfecha por la cara que habían puesto. “Creo que ya está”, dije, guardando el teléfono en el bo
(Punto de vista de Arielle)Jadeos de asombro llenaron la sala mientras Jared propinaba golpes y más golpes al hombre, que por un momento temí que lo matara. Me quedé estupefacta al ver a Jared en semejante situación, porque en todos los años que llevamos casados no lo había visto ni una sola vez enzarzarse en un intercambio verbal, por no hablar de una refriega física con alguien.Me horrorizó ver sus ojos enrojecidos, sus puños cerrados y sus mandíbulas apretadas. Tenía el pelo alborotado y se le había caído un botón de la camisa, lo que le daba un aspecto salvaje y peligroso.Recuperando la compostura, grité a la gente que estaba de pie a un lado, viendo a dos hombres pelearse sin hacer ningún movimiento para detenerlos. “¡Deténganlos!”. Pero nadie se movió; parecía que todos tenían miedo de ofender a Jared.“¿Están sordos? Deténganlos, por favor”, grité. En ese momento, se me empañaron los ojos al ver lo maltrecho que parecía el otro hombre. Jared, en cambio, parecía estar bi