(Punto de vista de Arielle)Jared y yo nos detuvimos, intercambiando miradas de sorpresa.“¿Qué es ese ruido?”, pregunté, con el miedo asomando a mis facciones.“No lo sé…” Jared empezó a decir, pero hizo una pausa como si recordara algo. Y entonces entró corriendo en la casa, gritando: “¡Sofía!”.Me quedé atónita por un momento, pero lo seguí. Corrimos hasta llegar a la sala, jadeantes, y allí estaba Sofía, perezosamente tumbada en el sofá, viendo una película.“¿Te volviste loca, Sofía?”, solté antes de poder contenerme. “¿Por qué gritaste?”.No dijo nada, sino que me observó antes de volver la vista al televisor. Tampoco notó la presencia de Jared, supongo que seguía enfadada con él por haberla rechazado por la mañana.“Sofía, te están hablando”, empezó Jared; su voz tenía un tinte de irritación. “¿Por qué gritas tan fuerte?”.Sofía finalmente miró a Jared, con su mirada desdeñosa. “¿Y a ti qué te importa?”.“Nos hiciste temer por tu seguridad, a Arielle y a mí”, respondió
(Punto de vista de Arielle)Jared hizo una pausa y se hizo un silencio momentáneo. “¿Por qué?”, finalmente me preguntó.“Porque no quiero. Puedes ir con Sofía, seguro que ella aceptará encantada la oferta”.“Pero Sofía no es mi esposa, Arielle”, protestó él. “Tú sí”.“Últimamente me lo cuestiono, pues ya no sé cuál es mi papel en tu vida. La dejas hacer cosas y salirse con la suya como si fuera la amante aquí”.“Oye”, dijo Jared y se acercó a mí en la cama. “Lo siento…”.“¡Ese es el problema!”, grité, tiré las sábanas y me incorporé. “Todo lo que dices es lo siento, lo siento y lo siento. Pero, no haces ningún esfuerzo por cambiar. Estoy harta de escuchar tus disculpas. ¿Sabes por qué? Porque tus acciones siguen repitiéndose”.“Arielle, ella está embarazada…”.“¿Y eso significa que puede hacer lo que le dé la gana? ¿Sabes qué? No quiero hablar más de Sofía, porque últimamente, como marido y mujer, ni siquiera podemos hablar sin que ella sea el tema de discusión. Buenas noches,
(Punto de vista de Arielle)“¡Mierda! Vamos a llegar tarde”, maldijo Jared mientras se ponía la camiseta.Me reí con ganas, viéndolo lloriquear como un niño. “Bueno, si no hubieras estado tan necesitado en el baño, no llegaríamos tarde”, bromeé.“No puedes culparme, querida esposa. Eres demasiado irresistible”, dijo, y yo apreté los labios para no sonrojarme. Intenté no recordar el sexo en la ducha, porque me sonrojaría aún más. Jared había sugerido un rapidito, y acabamos yendo por la segunda ronda, y casi íbamos por la tercera de no ser por mi oportuna intervención.“Pues tienes que aprender a hacerlo”, le dije y me acerqué a él, dándole la espalda. “Ven, ayúdame con la cremallera”.“Estás preciosa con este vestido rojo”, me halagó Jared mientras trabajaba en la cremallera.“Gracias…”, iba a decir, pero me quedé sin aliento cuando sentí sus dedos recorriendo mi espalda.“Podríamos saltarnos la fiesta, ¿qué opinas?”, susurró.“Digo que me subas la cremallera y te guardes las m
(Punto de vista de Arielle)Se me cayó la cara de vergüenza cuando miré el espacio vacío y me di cuenta de que Jared y Sofía habían entrado sin mí. No tenía ningún problema con Sofía, pero sí con Jared.Yo era su esposa y ¿no se suponía que las parejas debían llegar juntas a un evento? Dudé un momento y me planteé entrar sola o llamar a Jared para que me acompañara.Me ponía muy nerviosa entrar en el bar sin Jared, porque a pesar de ser su esposa desde hacía tres años, nunca había conocido a sus compañeros y amigos, principalmente porque estaba ocupada con el trabajo o porque nunca se presentaba la oportunidad.Tras unos segundos de indecisión, decidí entrar sola. Respiré hondo, me alisé el vestido, cuadré los hombros y me dirigí a la puerta de entrada.Al empujar la puerta, el sonido de las risas y las bromas me dio la bienvenida, e inmediatamente me golpeó el olor a perfumes caros y alcohol.¡Woa! Definitivamente, ésta era una reunión para gente importante, pensé. Recorrí la sa
(Punto de vista de Arielle)Los ojos del hombre se dilataron de asombro, con la boca abierta. “¿Eres... eres la esposa de Jared?”, tartamudeó.Su compañero parecía igualmente sorprendido. “¿Qué? No puede ser”.El primero pareció recuperar la compostura, con la expresión de sorpresa en su rostro ahora sustituida por una sonrisa socarrona. “Crees que puedes engañarnos, ¿eh?”, preguntó, lanzándome una mirada burlona. “No eres más que una de esas mujeres enamoradas de Jared que desean tanto su amor”.Solté una risa baja, divertida por la ignorancia del hombre. “¿En serio?”, pregunté, sacando mi teléfono. “Déjame enseñarte algo, entonces”.Desbloqueé mi pantalla, revelando una foto de Jared y yo el día de nuestra boda. Estábamos sonrientes, abrazados.Los ojos de los dos hombres se abrieron de par en par al ver la imagen. Jadearon al unísono y sus rostros palidecieron.Les guiñé un ojo, satisfecha por la cara que habían puesto. “Creo que ya está”, dije, guardando el teléfono en el bo
(Punto de vista de Arielle)Jadeos de asombro llenaron la sala mientras Jared propinaba golpes y más golpes al hombre, que por un momento temí que lo matara. Me quedé estupefacta al ver a Jared en semejante situación, porque en todos los años que llevamos casados no lo había visto ni una sola vez enzarzarse en un intercambio verbal, por no hablar de una refriega física con alguien.Me horrorizó ver sus ojos enrojecidos, sus puños cerrados y sus mandíbulas apretadas. Tenía el pelo alborotado y se le había caído un botón de la camisa, lo que le daba un aspecto salvaje y peligroso.Recuperando la compostura, grité a la gente que estaba de pie a un lado, viendo a dos hombres pelearse sin hacer ningún movimiento para detenerlos. “¡Deténganlos!”. Pero nadie se movió; parecía que todos tenían miedo de ofender a Jared.“¿Están sordos? Deténganlos, por favor”, grité. En ese momento, se me empañaron los ojos al ver lo maltrecho que parecía el otro hombre. Jared, en cambio, parecía estar bi
(Punto de vista de Arielle)Salí corriendo por la acera para alcanzar a Jared y Sofía. Ellos ya estaban sentados en el coche, con los ojos de Jared fijos en la carretera mientras arrancaba el motor. Abrí la puerta y me deslicé en el asiento trasero, tratando de recuperar el aliento.El coche estaba silencioso y cargado de tensión cuando Jared salió del estacionamiento. Sofía miraba por la ventanilla, con expresión indescifrable. Jared, por su parte, tenía una mirada furiosa y agarraba con fuerza el volante. Conducía tan bruscamente que temí por nuestras vidas.“Jared, ¿puedes ir un poco más despacio? A este paso vas a conseguir que nos matemos”, le grité, cuando casi chocó contra un camión.“No me digas lo que tengo que hacer”, siseó, apretando la mandíbula.Me sorprendieron sus palabras y la grosería que transmitían, pero no iba a echarme atrás si quería llegar a casa de una pieza.“Si no te importa tu vida ni la mía, entonces debería importarte la de Sofía. Está embarazada, ¿
(Punto de vista de Arielle)Las palabras de Sofía me atravesaron el corazón como una daga afilada y, por un momento, me quedé estupefacta. Me giré hacia Jared en busca de ayuda, pero él desvió la mirada. Su silencio lo decía todo y sentí un escalofrío que me recorría la espalda.“¿Cómo te atreves?”, logré susurrar por fin, con la voz temblorosa. “No tienes derecho a decirme esas cosas, Sofía”.Pero ella se mostró inflexible. “Sólo digo la verdad, y tú lo sabes. No eres la mujer adecuada para Jared. Se merece a alguien que lo conozca y que lo entienda”.Sentí que se me llenaban los ojos de lágrimas, pero me negué a dejarlas caer. No le daría a Sofía la satisfacción de verme llorar. No dejaré que sepa hasta dónde me llegaron sus palabras y cuánto me dolieron.Sin decir una palabra más, me apresuré a subir las escaleras, con el corazón dolorido por las emociones. Llegué a la habitación, cerré la puerta de un portazo e intenté contener las lágrimas. No dejaré que el hecho de que Sof