Capítulo 23

Rosalie quedó paralizada, mirando al hombre desconocido.

Lentamente él salía de las sombras del árbol, y la miró a los ojos.

Él era alto, con una cara un poco cuadrada, cejas gruesas, nariz aquilina y sus ojos eran de un tono de verde profundo, y sus cabellos acobardados.

El hombre poseía hombros anchos, y manos grandes, ella notó. Por un instante ella temió estar allí tan cerca de él y sola, principalmente por la manera intensa y extraña que el hombre la encaraba.

Se vio atrapada en esa mirada intensa, no atrapada como estaba con Duncan, sino atrapada como si estuviera acorralada.

Nadie la miraba tan caliente.

Finalmente encontró su voz y le preguntó:

— ¿Quién es usted y qué hace aquí?

El hombre se acercó, y cuando dio algunos pasos en su dirección Rosalie de modo involuntario se vio retrocediendo.

El hombre levantó las manos, en señal clara de que no pretendía hacerle daño.

— No tiene nada que temer de mí, señora Valois.

Su voz era grave, sin embargo, su modo de hablar era suave y s
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