Capítulo 129
Santiago le dio un puñetazo en el brazo, molesto:

— Tu reacción es exagerada, ¿qué te importa a ti?

— Presidente, ¡estoy feliz por usted! Por fin podrá retener a su esposa.

El rostro de Santiago se ensombreció. Esa mujer era mucho más obstinada de lo que había imaginado, no mostraba ninguna intención de quedarse.

Tomás, al ver su cambio de expresión, no dijo más.

— Voy a investigar y le informaré después —dijo, retirándose discretamente.

Santiago apretó los puños. No permitiría que Julia se alejara de él.

Por la noche, Santiago regresó con muchas frutas, así como frutos secos y postres. En resumen, compró todo lo que Tomás había averiguado.

La anciana estaba muy satisfecha al verlo tan atento. Julia miraba las uvas con la boca agua.

Santiago notó inmediatamente su expresión y pidió a la empleada que le lavara un plato de uvas.

No solo eso, también llevó a Julia discretamente a su habitación.

Julia lo miró confundida:

— ¿Por qué me traes a la habitación?

Santiago mostró una sonrisa radi
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