— Emilio ya fue capturado y ha confesado todos los hechos — dijo Mario.
Natalia se desplomó derrotada en el sofá.
— Así que ya lo sabes todo y vienes a recriminarme. Soy tu hermana, pero prefieres ponerte del lado de otros y culparme a mí.
Al escuchar su confesión, Mario le preguntó entre dientes:
— ¿Cómo pudiste hacer algo así? Yo te quiero tanto... y sabes perfectamente que la amo.
Natalia lloró con aire de víctima:
— No quiero que la ames. Tú solo puedes ser mío. No me gusta que mires a otras mujeres, y menos que sigas sus órdenes. Me prometiste que solo me consentirías a mí.
En ese momento, Mario finalmente entendió por qué Santiago la odiaba tanto.
— Detesto a esa mujer. Quiero destruirla. Quiero que nunca más pueda aparecer frente a ti.
¡PLAF!
Apenas Natalia terminó de hablar, una sonora bofetada aterrizó en su rostro.
Con un ardor punzante en la mejilla, Natalia se quedó paralizada mientras se llevaba la mano a la cara. No podía creer que su hermano, quien siempre la había trata