—Después de todo es tu hermana, no puedo tratarla así. Pero no te preocupes, ahora sé cómo manejar la situación.
—Organízalo como creas conveniente. Me voy.
Julia notó que no parecía estar bien, como si tuviera prisa por algo, y preguntó con preocupación:
—¿Estás bien?
Santiago sonrió amargamente:
—¿Te estás preocupando por mí?
Como siempre, en cuanto le daba un poco de atención, él se aprovechaba. Julia apartó la mirada, ignorándolo.
Santiago sonrió sin decir más y se marchó. Antonio seguía en el hospital sin recuperar la conciencia y lloraría si despertaba sin verlo. Tenía que volver a cuidarlo.
Julia lo siguió sigilosamente hasta la puerta. El comportamiento de Santiago hoy era muy extraño; seguramente algo había sucedido.
Cuando Santiago regresó a la habitación del hospital, el niño ya había despertado y estaba llorando, tal como había previsto.
Era solo un niño de tres años que había sufrido dolores desde su nacimiento. Acababa de pasar por una cirugía y la herida le dolía; era na