EVERLY

Dejo caer el teléfono, incapaz de procesar lo que estoy escuchando. Mi padre no puede estar muerto, no… él no, es decir, Kavan prometió que no me haría daño, y esto es hacérmelo, ¿cómo pudo? Lo odio, o tal vez me está jugando una broma… sí, eso debe ser, por lo que bajo la mirada escrutinio de Archibald, vuelvo a tomar el teléfono.

—¿Sigues ahí?

—Por supuesto, saldré mañana por la mañana por ti, creo que ya podrás volver sin problema —me dice como si nada, dándole poca importancia al asunto.

—¿Por qué bromeas con esas cosas? No es divertido —replico angustiada.

—No estoy bromeando, Everly, ¿te parece que soy la clase de hombre que hace bromas? No, mi madre lo envenenó, lo encontré en su oficina, lo hizo porque quiere la herencia, creyó que al ser su esposa, le daría todo, pero tu padre no era idiota, no, él dejó todo a tú nombre, lo que te convierte en la heredera universal.

Cuelgo, las lágrimas se me