—¡SON UNOS MALDITOS! —gritó furioso, el marqués Forsten al recibir la carta del Rey Maitano, Landel Lamparth, que lo citó al castillo principal—. ¡¿ASÍ QUE ES POR MÍ QUE ESE CHIQUILLO ENGREÍDO VIENE?! —dijo él refiriéndose al Rey Jhonn Cuarto—. ¡BIEN! ¡QUE INTENTE MATARME!
"Lo siento por ti, Lance, pero si tu hijo apunta su espada a Maita, al Reinado de mi sobrino o a mi tierra… ¡VOY A MATARLO!"
Se decidió sin siquiera titubear en su decisión, el marqués Sebastián Forsten.
—¿Mi señor, comienzo las preparaciones para que viaje a la capital a ver al Rey? —le preguntó el mayordomo al marqués.
—No —contestó el marqués Sebastián Forsten al mayordomo. Seguidamente viendo al comandante de sus tropas—. Prepara todo para ir a la frontera. Envía un aviso al Rey Landel Lamparth. Dile que me ocuparé de este asunto, es mi sobrino, lo conozco bien y va a aceptar quedarse al margen. En caso de que necesite ayuda enviaré a solicitar refuerzos, pero no creo que eso suceda.
El comandante