Fuimos a la sala de espera a donde se encontraban los padres de mi esposo y mi familia —¿qué paso? ¿Por qué traen esas caras? ¿Qué tiene mi hijo?
—mamá y papá, necesito que estén tranquilos, porque no son buenas noticias, si se sienten mal deben comunicárselo a mi esposa, ¿estamos?
—sí, Matteo, pero no le des más vueltas a la situación —¡Federico tiene cáncer!
—¡ahh! Por Dios, ¿cómo es eso posible? Si él estaba bien.
—no, mamá, él no estaba bien, al perecer, llevaba un largo tiempo con un dolor de cabeza el cual no se atendió, el tumor de su cabeza fue creciendo, hasta causarle el ACV por el cual se encuentra en uci. Ahora hay que esperar un milagro, si él pasa estas próximas horas podremos comenzar a tratarlo con radioterapia para ver si el tumor se vuelve más pequeño. Pero lo complicado son las secuelas que le puede quedar, quizás él no vuelva a ser el mismo Federico que conocimos.
—¡ahhh! No podía creer que mi hijo estuviera pasando por esto, así que comencé a llorar junto a m