Capítulo 23. Pidiendo ayuda

Cuando el doctor salió, Sabella se sintió un poco más calmada, pero con una gran preocupación, ¿Qué pasaría con Matías de ahora en adelante? Era un niño que necesitaba cuidados las veinticuatro horas del día. Mateo, la tomó de las manos y se las sintió heladas. Se miraron y él vio en sus ojos miedo, en esos momentos estaba viendo a otra mujer, Sabella siempre se había mantenido de pie, y ahora no le gustaba como se veía, era como si estuviera viendo a otra persona.

– ¿Estás bien?

Ella no podía contestarle a esa pregunta, porque fácilmente le podría decir, que si o que no, porque ni ella misma sabía cómo se encontraba, pues en su mente había un torbellino de pensamientos, pensamientos que iban desde la esperanza hasta la fatalidad. Sabella se quedó mirando a un punto inespecífico y soltó las manos.

–No lo sé. – Dijo cabizbaja.

Mateo tragó saliva, permitió que Sabella le soltara las manos y se sentó en la silla que estaba a un lado, no sabía a ciencia cierta que pensar de todo lo que le
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