El Rey Blithe desenvolvió sus brazos y caminó hacia James. “Esta es una región militar. No deberías venir aquí tan a menudo. Mejor dicho, no deberías venir aquí en absoluto”.
Daba a entender que no quería ver a James, ya que este solía traer problemas.
El Rey Blithe subió entonces a un vehículo militar y se marchó, dejando atrás a una atónita Xara.
Xara tardó un tiempo en procesar la situación. Cuando finalmente cayó en cuenta, siguió jadeando. Se dirigió a toda prisa hacia James y le arrebató el teléfono. “Déjame ver. Déjame ver”.
Abrió el álbum y vio la foto.
En ella, el Rey Blithe tenía las manos alrededor de sus hombros. Tenía una mirada compasiva, casi parecía un padre cariñoso.
“Ah…”, lloró Xara.
Lloró a mares.
Después de todos estos años, su deseo por fin se había hecho realidad.
Allí estaba el Rey Blithe, comandante de la frontera occidental y uno de los Cinco Comandantes.
Se agachó y siguió sollozando.
Eran lágrimas de alegría.
James frunció el ceño. Era solo una f