De repente, una mano agarró la muñeca de Debra.
Debra volteó la cabeza y miró a Donoghue viéndola con un rostro espantoso. ¡Parecía un lunático!
“¿Quieres morir? No será tan fácil”. Donoghue se rio con frialdad.
Él agitó el Hacha Rompecielos y cortó las paredes del acantilado, usando el impulso para moverse hacia arriba.
“¡Suéltame! Suéltame”. Debra estaba conmocionada y furiosa.
Ella estaba haciendo todo lo posible por luchar. No esperaba que Donoghue la siguiera y saltara también por el acantilado.
Aunque Debra había recuperado la memoria, no deseaba morir. Sin embargo, sabía que preferiría morir antes que ser capturada por Donoghue.
No obstante, Donoghue mantuvo un fuerte agarre en su muñeca. Sus nervios estaban bajo control y no había forma de que ella se liberara. Tomó a Debra y voló hacia el borde del acantilado. Él agotó gran parte de su energía ya que estaba cargando a una persona, sin embargo, seguía sonriendo.
“Ya te lo dije, no puedes escapar de mí”, dijo él con una