Después de escucharlo, Ricardo bajó los ojos y miró a la mujer que tenía delante, sus ojos se volvieron instantáneamente complejos y oscuros.
Finalmente, la garganta del hombre se movió ligeramente y respondió con voz apagada, —vale.
Magnolia notó el cambio en la expresión de Ricardo, y una inexplicable inquietud apareció en el fondo de su mente.
Al segundo siguiente, el hombre que estaba frente a ella habló, —¿testificas a favor de Rodrigo contra mí por secuestro intencional para causar lesiones?
Al oír esto, Magnolia recordó que acababa de pedirle a Rodrigo que fuera a la comisaría, y sus ojos parpadearon al sentirse obligada a hacer palanca para conseguirlo.
Pero no esperaba que la abuela Vargas se despertara.
Aunque Magnolia sabía que era inapropiado usar a su abuela como moneda de cambio, no podía importarle en este momento, estaba sacando a relucir a la abuela Vargas y en realidad no haría nada para herir a la abuela Vargas.
Ella conocía a Ricardo y definitivamente se comprometer