Emily.-
De regreso termino en mi cafetería favorita, si antes era adicta al café ahora lo soy más así compro también unos cuantos pasteles para Diogo y Daniel sé que es fanático de chessecake, cuando abro la puerta me paralizo por completo.
— ¿Acaso me está siguiendo? –Me acerco hasta la mesa donde se encuentra el padre biológico de Diogo, él le da un sorbo a su capuchino.
— No, la verdad es que no –Una mesera se acerca.
— Jefe aquí están las cuentas de este mes del restaurante –Frunzo el ceño.
— ¿Jefe? –Repito confundida, la mesera me mira y me saluda porque vengo aquí casi todos los días.
— Emily ¿Cómo estás? ¿Lo de siempre? –Me quedo en silencio.
— Uhm… dame un momento Dani ¿Cómo que jefe le vuelvo a preguntar?
— Soy el dueño de esta cafetería
— ¿Desde cuándo?
— A ver señora Doman…
— Mercer –Le recuerdo enfatizando mi apellido de casada.
— Lo siento señora Mercer, usted no ha querido informarse sobre mi profesión, soy restaurantero, en realidad soy chef pastelero y soy el dueño de