POV de Diego
Había llegado el momento de demostrar que no solo podía ser el nieto de mi abuela, sino que también podía ser el hombre que ella necesitaba. Después de semanas de lucha, de noches interminables y decisiones difíciles, por fin había logrado revertir la caída de la empresa. Había hecho lo que había dicho que haría: devolver la estabilidad y la rentabilidad al negocio familiar.
Mi abuela siempre había sido una mujer de hierro, alguien con expectativas altísimas y una visión tan clara como una cuchilla. No estaba dispuesta a aceptar fracasos ni excusas. Desde que había tomado el mando de la empresa, siempre había mantenido el control absoluto, y, sinceramente, pensaba que sus ojos nunca dejarían de ver a su nieto como un niño incapaz de tomar las riendas de algo tan grande. No importaba cuánto me esforzara, no importaba cuántas veces me demostrara a mí mismo que podía, siempre sentía su mirada crítica, aquella que esperaba más.
Pero ahora, después de tantas batallas, sabía que