Punto de vista de Camelia:

Yo estaba llorando. Con cada minuto que pasaba, mis sollozos se volvían más altos.

Mi cuerpo temblaba por la fuerza de mis gritos. Me limpié los ojos con la manga de mi camisa. Aunque el coche tenía aire acondicionado, me sentí fatal. Mi cabello estaba por toda mi cara, pegado por todas partes.

Me sentía tan avergonzada de mí misma de que estaba volviendo al lugar que tanto quería dejar.

¿Por qué?

Porque era una debilucha. No podía protegerme a mí misma.

Las lágrimas se filtraban continuamente. De repente, Lucifer dijo: "Preciosa, deja de llorar, está bien".

No pude parar, y más bien mi llanto aumentó.

"Está bien, Preciosa. Mientras estés conmigo, estarás a salvo. Nadie podrá tocarte", agregó. Su mano tocó mi palma y la apretó levemente.

"No sé por qué me pasan cosas como estas". Me dio hipo, mientras lloraba fuerte.

"Ahora estás a salvo. Siempre lo estarás mientras estés conmigo, preciosa. Cálmate". Él palmeó mi hombro con dulzura.

Me sen