Mientras estaba en el taxi, Rebecca reflexionó sobre las cosas que había escuchado de Alex. Decidió ir a casa y enfrentar a sus padres. Cuando llegó a casa, su madre estaba en el porche. Caminó hacia ella y se derrumbó en su regazo.
– Hija mía, ¿qué pasa? ¿Por qué estás así?
– Peter, me engañó, mamá. Me traicionó porque no quise tener relaciones con él la noche que llegué. Soy tan tonta, planeé todo para que fuera perfecto. Fui tan imprudente, mamá. – Bajó la mirada avergonzada. – Me sentí tan destrozada que solo bebí estas últimas noches. Pasé esas noches con un desconocido. Perdí mi virginidad con un hombre cuyo nombre solo supe al día siguiente.
– ¿Estabas ebria? ¿Se aprovechó de ti? ¿Te lastimó? – Preguntó Martina preocupada por su hija.
– No, mamá, fui yo quien lo buscó. Ya me había rechazado, no sé qué me pasó, él también estaba borracho y se aseguró de llamar mi atención esta mañana y dejó en claro que nunca me tocaría en esa situación. Anoche, me protegió mientras estaba ebria