-¡Majestad!. . . señorita Stone- Esquizbel Mubarack, se puso en pie cuando la pareja llegaba al salón que cumplía funciones de recibidor. Él se veía alto, orgulloso y extrañamente serio, ella se veía increíblemente hermosa, sus ojos tenían ese extraño brillo que no había visto antes.
-Señor Mubarack- comenzó Isabella- qué gusto volver a verle.
-El placer es todo mío- le aseguró él, con una encantadora sonrisa.
-¿Qué te trae a Palacio?- la voz del Jeque, era ronca, profunda y demostraba claramente que no estaba complacido con la presencia de su primo.
-He venido a saber de la señorita Stone- le aseguró- fui yo quien le encontró en el desierto, hasta que El Príncipe, decidió traerla acá con usted, Majestad- el tono burlón con el que se refería a él cuando le llamaba Majestad, comenzaba a irritarle y eso era extraño ya que el actual Jeque era conocido por ser lleno de una paciencia envidiable.
-Bi