Mientras más se acercaba, comencé a alarmarme. Retrocedí lo más que pude hasta que choqué contra los casilleros.
¡Rayos!
-¿Qué...qué quieres?- me entró la desesperación.- Si...si te sigues acercando gritaré.-advertí con la esperanza de que detuviera cualquier plan que tuviera en mente.
Sin embargo eso no frenó sus pasos.
Justo cuando iba a gritar escuché un estallido de risas.
-Alan, sí que la asustastes.-dijo el chico que se había puesto en mi camino.
Ahora sabía que mi “compañero” de Historia se llamaba Alan.