El tiempo paso lentamente al punto de que parecía eterno, Edward se quedó esperando cerca de las escaleras mientras esperaba a los guardias.
—Bien, todo se decide aquí y ahora… Jacob, espero volver a verte —pensó Edward, mientras estaba de pie solo.
El tiempo continúo corriendo hasta que por fin, los guardias empezaron a bajar por las dos escaleras que llevaban hacia la prisión.
Eran varios cientos de guardias los que bajaban según los cálculos de Edward o puede que quizás más, la mayoría iba armado con barras negras que podían electrificarse si surgía la necesidad mientras que una pequeña parte portaba rifles de asalto.