Regina
Mi madre me miró de una manera que no pude explicar. Tenía sentimientos encontrados al escucharme decir esas palabras en voz alta.
—Regina—intentó dar replica a las mis palabras, pero que realmente ella me había dicho años atrás.
—Es la verdad, tus palabras siempre han sido sabias. —se escuchó el timbre a lo lejos, di un largo sorbo a mi bebida, mientras mirábamos cuando Elena iba a abrir la puerta, al abrir, -y era muy temprano- apareció mi padrino. Saludó a Elena y mientras se acercaban a nosotros se dijeron algo y ella soltó una risita.
—Buenos días, ¿Llegué tarde al desayuno? —preguntó saludando a mi madre, luego a mí, se sentó a mi lado.
—Llegas a tiempo—le digo, Elena sirve otro poco más de panqueques para él, más jugo,