Capítulo 18.
Alena suspira sin poder contenerlo, tenía una especie de lava recorriendo sus venas, su mirada, su presencia y cada parte de ella le gritaban que ya eran uno del otro…
Al menos en contrato, al menos bajo ese maldito pergamino en el que su sangre y la de él se unían.
— Nada— declara Alena. No estaba dispuesta a decirle cada una de las luchas que estaba dispuesta a pelear. — Simplemente necesitaba algo de privacidad. Es demasiada gente desconocida, y me encuentro tranquila a solas. — Susurra ella al mismo tiempo que Alfa Randolf la toma por la cintura de manera familiar, pegando su cuerpo al de ella.
— No te preocupes, yo te protegeré siempre.
En ese momento, la mirada gris y penetrante de Alfa Randolf es todo lo que Alena necesita para sentirse revitalizada.
— Ven, necesito hablar contigo. — Susurra él al mismo tiempo que Alena nota que Johana ya no se encuentra a su lado.
¿En qué momento se había ido? No se había percatado de nada.
~ Él… él te mantiene siempre a la expectativa y absor