Cuando escuché la noticia, me quedé paralizada.
Leo era infértil, ¿de quién era entonces el hijo que Yolanda llevaba en el vientre?
¿Acaso, para no ser obligada a aparearse, y fingió estar embarazada?
Pero en cualquier caso, lo cierto es que su audacia me dejó completamente atónita.
Un mes después, cuando llegó el momento del parto de Yolanda, el clan del León invitó a todos los líderes de la raza a presenciar el nacimiento de un supuesto cachorro con la fuerza de una bestia divina.
En la vida anterior, yo había dado a luz a un cachorro de león dorado con divinidad para Leo, y eso hizo que Yolanda creyera que ella también podría. Por eso había proclamado desde hacía tiempo que en su vientre había un cachorro con sangre de la bestia divina.
Hace mucho que en la raza bestial no había nacido una sangre tan rara, así que cuando llegó el momento, casi todos los líderes del clan acudieron.
Por ser su hermana, me permitieron entrar a la sala de parto para acompañarla.
Al entrar, vi a muchas hembras rodeándola y adulándola.
Yolanda mantenía la cabeza en alto, aceptando con toda naturalidad sus halagos.
Al verme entrar, acarició su vientre abultado y, con mirada desafiante, me dijo:
—Hermana, yo daré a luz antes que tú a un cachorro con divinidad. ¡Esta vez la esposa del futuro líder de toda la raza bestial seré yo!
Entre los clanes existía una regla tácita: cada vez que había un matrimonio entre humano y bestial, el clan que tenga sangre de bestia más poderosa, se convertirá en el próximo líder de toda la raza.
Y si ambos hijos tienen el mismo tipo de sangre, entonces se decidiría por quién naciera primero.
Aunque ella se embarazó más tarde que yo, pero el embarazo de los dragones dura más que en los demás, por eso su hijo estaba a punto de nacer mientras mi vientre apenas empezaba a notarse.
No era raro que estuviera tan arrogante.
Yo lancé una mirada indescifrable a su vientre y respondí:
—Será mejor que celebres cuando nazca, espero que no te lleves una desilusión.
Sus ojos se abrieron de golpe, brillando con nervios.
—¿Qué quieres decir, Liliana? ¿Acaso sabes algo?
Con solo una provocación ligera, ya mostraba su miedo. Yolanda no sabía cómo mantener la calma.
Después del pánico, se calmó enseguida, acarició su vientre y soltó una risa fría:
—No me importa lo que sepas. Mientras dé a luz a un cachorro con divinidad, ¡la posición de líder será nuestra, de los leónes!
Justo después de terminar la frase, escapó un gemido y frunció el ceño con fuerza.
El médico corrió a revisarla y descubrió que ya estaba de parto. Sacó a todos los presentes de la sala inmediatamente.
Afuera, Leo estaba rodeado de aduladores. Para todos, el próximo líder sería del clan del León; era el momento ideal para ganarse su favor.
—Esta vez el clan del León se lleva toda la gloria. ¿Cuántos años hacía que la raza bestial no veía nacer una sangre tan rara?
—¡Exacto! El híbrido del clan del León nos llevará a una era de prosperidad.
El rostro de Leo irradiaba satisfacción. Al vernos a Mateo y a mí en el rincón, se acercó a propósito:
—Lo siento, señor Mateo, pero esta vez nos adelantamos al clan del dragón y tendremos antes a un heredero.
Aunque sus palabras sonaban a disculpar, su expresión de triunfo lo delataba.
Era la primera vez que el clan del León lograba levantar la cabeza frente al opulento clan del dragón.
—Aunque no tenemos tanto dinero como los dragones, pero mi elección de esposa ha sido acertada. Una sangre rara no se puede comprar con oro.
Los demás se unieron enseguida, murmurando entre risas:
—Es cierto, el líder del clan León tiene muy buena vista. ¿Cómo puede haber tanta diferencia entre las hermanas? Se casaron al mismo tiempo, y una ya estaba a punto de parir mientras la otra ni se mostraba nada… ¡Como no era de la misma madre, incluso el vientre era diferente!
Yo ya llevaba medio año de embarazo, pero Mateo temía que alguien me hiciera daño o que me pasara algo, así que no permitió que la noticia se difundiera.
Por eso, nadie sabía que yo también estaba embarazada.
En ese momento, un grito de júbilo salió de la sala de parto:
—¡Ha nacido, por fin ha nacido!
Todos corrieron hacia dentro, deseosos de ver primero al cachorro con divinidad.
Pero pronto, el asombro llenó la sala:
—¡No puede ser! ¿Cómo es posible que la esposa del líder del clan del León haya dado a luz a un cachorro con cola de zorro?