Ella no movió un solo músculo hasta que aquel maduro hombre con ojos centelleantes, suspiró y resignado comenzó a caminar hacia la puerta, pasando de lado, pero antes de marcharse, se detuvo y se giró hacia Lenin.
—Habló en serio, te damos un plazo de cuatro meses para que consigas eso, no más —recorrió el cuerpo de Anelys y después dirigió nuevamente la mirada hacia Lenin—. Las putas pueden seguir en la lista de espera.
Y diciendo esto salió cerrando la puerta como acto vengativo.
—Imbécil —resopló Lenin—. Hola Anelys.
Ella se le quedó mirando fijamente, sonrió comenzó a caminar hacia &ea