Mariana daba vueltas en la entrada y corrió hacia nosotros al vernos.
—Esta Daniela es insoportable, sabe ganarse a todos, qué fastidio —Mariana, con su personalidad directa, se quejó inmediatamente.
Sonreí, miré a Lucas y le dije: —Tendrás que acostumbrarte, quizás sea tu futura cuñada.
Apenas terminé de hablar, Lucas volvió a levantar la mano con los nudillos preparados.
Por suerte reaccioné rápido y me cubrí la cabeza: —¡No me pegues, duele mucho!
—¡Entonces no digas tonterías! —gruñó Lucas.
Suspiré —Solo digo la verdad, a los mayores les encantan las personalidades así de agradables.
Y yo, precisamente, no podía ser así.
Como Marta solía decir, que todo en mí estaba bien excepto mi carácter explosivo, no era como Isabel, que sabía ser dulce y complacer a la gente.
La comida fue espléndida.
La cocina del chef Juan era impecable, y todos los platos eran mis favoritos, lo cual me conmovió, pensando que quizás Elena no me rechazaba tanto.
Pero durante la comida, Daniela se lució demasi