Me quedé mirándolo fijamente.
La luz de la mañana se filtraba por la ventana, iluminando sus facciones con destellos dorados que hacían brillar sus ojos de manera cautivadora.
Con esa sonrisa en sus labios y sus rasgos perfectos, desde su rostro hasta su cuello, todo en él irradiaba un encanto irresistible.
Sentí un calor en el pecho, mezcla de emoción e inquietud, y las palabras salieron solas: —¿Qué harás si Jorge no me acepta y se opone a nuestra relación?
Últimamente, muchos detalles me sugerían que Jorge podría convertirse en un obstáculo entre nosotros.
Lo había estado pensando toda la noche sin encontrar solución.
Lucas volvió a sonreír, como si no le preocupara en absoluto: —Si eso pasara, ¿qué harías tú? ¿Terminarías conmigo de inmediato?
Me sentí incómoda, sin atreverme a responder.
Porque realmente lo había considerado.
La misma mano que antes me había dado palmaditas en la cabeza ahora me pellizcó suavemente la mejilla, con un gesto que mezclaba advertencia y frustración.
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