Luisa
Esta noche no hay ropa elegante, ni tacones que no me permitan caminar por los prados, ahora, vistiendo un poco más informal doy los últimos toques de maquillaje a Julieta quien sonríe frente al espejo feliz, más de lo que siempre ha estado.
―¿Te gusta? ― Pregunto mientras la veo a través del cristal.
―Me encanta ¿Cómo es que sabes peinar y maquillar?― Pregunta asombrada.
―Bueno.― Pienso una historia mientras retoco sus labios.― Cuando sali del convento, mi amiga, Salma, nos inscribió a una escuela de señoritas, ya sabes, como en la feria de las vanidades.
―¡Oh! ¡Qué bien!