Avery pensó desde otro punto de vista. Si Elliot hubiera sido el que la hubiera abofeteado aquel día, estaría resentida con él de por vida. Incluso iría al hospital a abortar en un ataque de rabia.
Al pensar en ello, sintió secretamente que lo más probable es que él no la iba a buscar nunca más.
…
Una semana más tarde, en uno de los restaurantes más lujosos de la ciudad.
Los moratones de la cara de Tammy se habían recuperado casi por completo. Ella había invitado a Avery a almorzar, pues quería mostrar su gratitud.
Al principio, Tammy consiguió que Avery accediera a llevar también a los dos niños, pero Wesley los llevó a ellos y a Shea a jugar.
“Avery, Elliot no te ha buscado en los últimos días, ¿verdad?”, dijo Tammy con preocupación.
“Mjm”. Avery pidió unos platillos y le pasó el menú.
“Oí que ha estado en casa durante los últimos días y no ha salido nunca”. Cuando Tammy dijo eso, no pudo evitar reírse. “En realidad, ya no le odio. De verdad. Al pensar que se siente peor que