A las nueve y media encendieron los fuegos artificiales en el patio.
Al instante, la oscuridad se iluminó con colores deslumbrantes, y todo el mundo salió a ver los fuegos artificiales y a tomar fotos.
Los fuegos artificiales eran tan brillantes e impresionantes que Ivy no pudo evitar derramar lágrimas ante el espectáculo.
Ivy rememoró fragmentos de su pasado y recordó con nitidez el año en que su abuela la había llevado al centro de la ciudad para que pudiera ver un gran espectáculo de fuegos artificiales. Durante el espectáculo, a su abuela le habían robado la cartera, por lo que se habían quedado sin dinero para tomar el autobús de vuelta.
Aquella fría noche habían tardado casi tres horas en volver a casa.
Muchos de los recuerdos de Ivy estaban llenos de gélida frialdad y pobreza, y aunque rara vez recordaba el pasado, de vez en cuando aquellas memorias volvían a ella.
Llegó la medianoche, que marcaba el comienzo de un nuevo año.
Habían terminado de encender sus fuegos art