Avery contestó el teléfono y escuchó la voz baja y ligeramente ansiosa de Elliot. "Avery. Layla y Robert están llorando. Por favor, no te vayas, ¿sí?".
"¿Por quién me tomas? ¿Una niñera?", replicó Avery. "Si no quieres que Layla y Robert estén tristes, puedes darme la custodia de ellos. Si estás de acuerdo, iré ahora mismo a recogerlos".
La respiración de Elliot se hizo más pesada al otro lado del teléfono.
Tenía muchas cosas que decirle, pero su actitud le dificultaba decirlas.
"Estoy a punto de subir al avión". El corazón de Avery empezó a contar el tiempo. "¿Me vas a dar a los niños o no? Siempre puedes encontrar a otra mujer después y tener todos los hijos que quieras...".
Cuanto más escuchaba Elliot, más se enfadaba.
Avery lo estaba insultando sin parar, y ni siquiera necesitaba utilizar ningún improperio.
Su rostro palideció cada vez más mientras su cuerpo no dejaba de temblar en absoluto.
Cuando estaba a punto de colgar, sintió como si sus dedos se congelaran.
Presionó