Capitulo 2002
Los haces de luz flotaban, y después de que se desvanecieron, las arañas negras que rodeaban comenzaron a atacar de nuevo, devorando de forma brutal a sus propios compañeros. Al ver esta escena, Tercero mostró una mirada de desprecio y maldijo: —¡Estos asquerosos, todos ustedes deben morir!

Simón continuó balanceando su espada de Toledo de bronce, lanzando con agilidad las arañas negras que se acercaban. Mientras observaba los haces de luz que continuaban desplazándose por el aire, una sonrisa se dibujó en la esquina de su boca. Sin duda alguna, Tercero había estado ocultando su verdadero poder, y ahora finalmente había llegado el momento en que Tercero debía mostrar su verdadera fuerza.

En realidad, Simón no confiaba en Tercero. Ni siquiera pensaba en la posibilidad de que esta expedición al Valle de los Sueños Perdidos tuviera éxito o de que al final consiguieran la armadura de la luz. Simón en realidad tenía sus propios planes. Después de todo, Tercero era un hombre de la Sagrada Ig
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