Ahora, pensar que se rebajaría tanto y se ofrecería a llevarla con tanta gentileza, él realmente era un Dios entre los hombres.
Con eso en mente, el corazón de ella comenzó a latir con fuerza una vez más, casi como si fuera un animal enjaulado tratando de liberarse de su pecho.
Simon llevó a Carina hasta el hospital. Por suerte para ellos, todavía había doctores en servicio a esa hora.
Entendiendo que ella se había lesionado la pierna, ellos rápidamente la hicieron tomar asiento mientras preparaban desinfectante y vendajes. Una vez que se completó la preparación, el doctor le pidió a las enfermeras que la llevaran a una habitación privada para ayudarla a quitarse las licras antes de que le trataran la herida.
Con eso, Carina se apresuró a decirle a Simon: “Hermano Si, debería estar bien ahora. Los doctores se ocuparán de mi herida, puedes seguir adelante y lidiar con la situación de Lucy”.
Ella no era una chica frágil y melodramática. Ella entendió completamente que esto no era má