Capítulo 8. Soy un mago.

Bruno le dio la espalda a Kim y le dijo que le daría cinco minutos para que saliera de su habitación. Cruzó la puerta y bajó directo a su oficina en casa, donde tenía guardada una botella de whisky. Se sirvió un trago y lo bebió de un solo tirón. No podía creer que su cuñada se le ofreciera de esa manera. ¿Por qué lo hizo?

Kim salió de la habitación de Bruno envuelta en una bata tipo albornoz y con un mar de lágrimas recorriéndole la cara, jamás se había sentido tan avergonzada en su vida. Aquello fue un error, pero su amiga Marian la convenció de que lo hiciera. ¡Qué tonta fue! ¿Ahora cómo miraría de nuevo a Bruno a la cara?

En la mañana, Bruno se levantó muy temprano y salió a trotar por el vecindario, tenía muchas cosas en la mente y necesitaba despejarse. ¿Cómo sería su relación con Kim a partir de ahora? No podía fingir que nada había pasado.

Luego de media hora, volvió a casa, se duchó y se vistió para ir al trabajo. Cuando bajó al comedor, su hija ya estaba preparada para ir
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