Sabrina tenía casi siete meses de embarazo, así que Sebastian no se atrevía a ser descuidado en absoluto. Se había duchado con agua fría todas las noches y nunca se había dejado llevar por sus deseos. Al contrario, Sabrina actuaba con coquetería, comportándose como una pícara y se lo pedía de vez en cuando. Cuando realmente les resultaba demasiado difícil contenerse, Sebastian también se limitaba a probar un poco para sí mismo y hacía todo lo posible por calmarla y satisfacerla como su prioridad. En ese momento, fue Sabrina quien lo inició de nuevo. Sin embargo, Sebastian pudo sentir claramente que algo estaba mal en ese momento. Acarició la cara de Sabrina y de repente se dio cuenta de que estaba llorando.

"¿Qué pasa?". Sebastian se sorprendió. Ella era una mujer de mente fuerte y muy tranquila. Apenas tenía momentos en los que lloraba. Tal vez sus emociones eran inestables debido a su embarazo.

Sebastian volvió a preguntar suavemente: "¿Mal humor?".

Sabrina sacudió la cabeza. "Jan