Sabrina estaba sin palabras. En este momento, la casa club estaba en silencio. A pesar de que no puso el teléfono en altavoz, los hombres presentes pudieron escucharlo claramente.

Principalmente Sebastian. Su expresión era tan fría como el hielo milenario en la casa de hielo. A sus otros dos mejores amigos les pareció muy interesante la situación. Habían sido amigos cercanos durante casi veinte años. ¿Cuál de ellos no había pasado por peligrosas situaciones de asesinato? ¿Quién de ellos había dedicado más tiempo a las mujeres? Sin embargo, todo parecía muy diferente ahora. El hombre que alguna vez fue el más cruel y despiadado sorprendentemente estaba enamorado.

Ellos escucharon con atención mientras Sabrina respondía en su teléfono. "¿Quién eres? ¡No te conozco!”.

El hombre en la línea seguía repitiendo. “¡Pero realmente no puedo olvidarte! No puedo dejarte ir. Tú y tu hija, Aino. Dime, Sabrina, ¿acaso Dios no ha sido demasiado duro conmigo? ¡Es demasiado!".

Sabrina se estremeció