4. ¿Heredero?

Cristopher

No sé en qué momento volví a quedarme dormido, pero cuando despierto encuentro a mi abuela nuevamente en la habitación, sentada en una silla al lado de mi cama y, para mi total sorpresa, la llorona, de quien empiezo a tener una leve sospecha sobre quién puede ser, se encuentra de pie en la esquina más alejada de mi cama.

Intento hablar para preguntar qué m****a es la que ocurre, pero mi garganta me raspa al intentarlo y hace que un quejido de m****a salga de mi, lo que consigue llamar la atención de ambas mujeres. De inmediato esos ojos verdes, enrojecidos por el llanto, quedan fijos en mí, segundos antes de que ella vuelva a apartar la mirada.

—Me alegra que ya estés despierto, hijo— Mi abuela, hace que desvíe la mirada de la mujer para llevarla hasta ella que me tiende un vaso de agua que lleva dentro un pitillo y con mucho cuidado de no ahogarme empiezo a beber para aliviar mi garganta.

Cuando creo que ya puedo hablar sin que mi voz salga desgastada, vuelvo a intentarlo. Mis primeras palabras parecen no ser lo que la llorosa mujer esperaba.

—Alguien puede decirme ¿Por qué m****a, sigo en una camilla? y ¿Qué hace esta mujer aquí?

No grito, ni levanto la voz porque no es necesario, mi sola presencia siempre ha sido suficiente para conseguir transmitir el mensaje que quiero y esta vez no ha sido la excepción. Miro, con total satisfacción, como la llorosa mujer me mira entre sorprendida y asustada.

Mi abuela, parece darse cuenta de lo que pasa por mi mente e interviene a tiempo, justo antes de que yo vuelva a hablar.

—Crhistopher, ella es Ab..

—Abigail— termino de decir por ella, consiguiendo la atención completa de ambas mujeres.

Mi abuela me está viendo totalmente sorprendida y deduzco por su mirada brillante que debe estar armándose toda una película en su cabeza, una película que seguro incluye más romance de lo que puedo soportar.

—No te hagas una novela en la cabeza, abuela.— le digo de inmediato— Si se su nombre es solo porque lo escuché mientras estaba inconsciente, al parecer la mujer tiene el hobby de ir a llorar enfrente de los enfermos.

Sé, de inmediato, que mi abuela no estaba enterada de la visita de la chica porque sus ojos se abren con sorpresa y su ceño se frunce en molestia justo antes de llevar sus ojos hacia la chica que parece haberse encogido en la esquina de la habitación. Se ve como un corderillo asustado que está a punto de ser enviado al matadero.

Si yo soy intimidante, entonces mi abuela puede serlo el doble, por algo sigue siendo la matrona de la familia Dimas, aunque yo sea el próximo a ser nombrado líder y heredero al haber muerto mis padres.

—Creo haber sido muy clara al decir que no podías venir a verlo hasta que yo te lo dijera— La voz pausada de mi abuela consigue poner incluso mi piel de gallina.

Este giro inesperado de la situación sí que consigue llamar mi atención. Estoy deseoso de ver cómo va a reaccionar la chica ante la rabia de mi abuela.

Sin embargo, su reacción consiguió sorprenderme y mejorar solo un poco la imagen que tengo de ella. La chica, aunque sus ojos vuelven a llenarse de lágrimas se mantiene erguida y con la vista en mi abuela antes de hablar.

—Tenía que verlo, yo… yo no podía casarme sin haberme al menos presentado ante quien sería mi nuevo marido.

Un momento… ¿marido? ¿Qué m****a significa eso? Antes de que mi abuela pueda hablar, mi voz truena en todo el lugar, pues esta vez sí que he gritado.

—¿Marido? ¡Qué m****a quieres decir con qué nuevo marido!

Esta vez no solo es la llorona quien se pone nerviosa, veo como mi abuela se remueve incómoda en su lugar antes de fijar sus ojos oscuros tan parecidos a los míos, en mi.

—Quiere decir justo eso, esta chica, Abigail, es ahora tu esposa. — NO, NO, NO. Creo que estoy moviendo la cabeza, o tal vez lo he dicho en voz alta porque mi abuela me dice—. Si, si lo es. Y no creas que esa fue una decisión que tomé a la ligera, pero era necesaria. Tu eres mi heredero, Christopher y si no llegabas a salir de esto, nuestra dinastía quedaba en el aire, en cambio teniendo una esposa, que aun en tu condición pudiera darnos un heredero… entonces las cosas no estarían perdidas.

—¡Que! ¿Heredero? De eso nunca hablamos— La chica se ha despegado de la pared y aunque su voz no ha sido más que un murmullo asustado si que he conseguido escucharla, al parecer no he sido el único engañado después de todo.

Intento ponerme de pie y es ahí cuando recuerdo que no puedo moverme, que el maldito accidente que tuve parece haberme dejado verdaderamente jodido y eso es algo, que aunque no he querido demostrar, me tiene cagado hasta los huevos.

—Tranquilo, Christopher, tu cuerpo aún no ha reaccionado del todo, sigues con parálisis en tus zonas motrices, de la cadera hacia abajo.

Esa es una forma muy bonita de querer decirme que me he convertido en un maldito lisiado. Que estoy paralítico y hasta que se pueda hacer algo al respecto. Decido dejar esa conversación para después y volver a enfocarme en lo que estábamos.

—Muy bien—le digo a la mujer que me ha criado— , entiendo porque lo hiciste, es tu deber como líder de la familia, pero lo que no entiendo es como, sabiendo quien soy y como soy, pudiste escoger a una mujer como ella para mi. 

Mi abuela sigue mi mirada y ambos vemos a la joven llorosa y asustada que no se ha movido de su lugar desde que empezamos a hablar.

—Ella se ofreció voluntaria— dice entonces mi abuela dejándome realmente sorprendido.

—Y ¿por qué demonios una desconocida haría algo como eso? Quién querría casarse con un hombre en mi estado.

—Al parecer el cargo de conciencia la trajo hasta nosotros, pues fue su padre el hombre con quien te estrellaste. Fue su padre el causante de que tú estés así.

NO. PUEDE. SER. 

Todo lo que pensaba de esta estúpida mujer cambia en un segundo al saber quien es en realidad, porque si antes solo podía sentir fastidio y lastima por ella, ahora hay un sentimiento mucho más fuerte creciendo en mi cuando la veo: Odio.

Odio que sea la sangre que corre en sus venas la causante de mis desgracias. Me he convertido en un estorbo, en una m*****a carga y todo esto se lo debo a su padre. Su padre, ese mismo hombre que dijo tantas cosas que parecían no tener sentido antes de morir, pero que ahora me han puesto a dudar.

—Vete— le digo y ella da un respingo al escucharme, pero no se mueve. Lo que hace que mi cabreo sea mucho mayor— ¿Acaso es que estás sorda? Te he dicho que te vayas de aquí . ¡¡Ya!!

La chica reacciona al fin y sale prácticamente corriendo y,  como no, llorando de la habitación. Su actitud sumisa y llorosa solo me pone de peor humor, no soporto a las mujeres histéricas ni lloronas.

Cuando por fin sale y estoy solo con mi abuela, fijo mis ojos en la mujer mayor y m*****a sea, si pudiera moverme libremente ahora mismo estaría reventando mis puños contra la pared.

—¿Qué te hizo pensar que tener precisamente a esta mujer de esposa sería una buena idea, abuela? ¡Quiero el divorcio!

Veo a la mujer negar con la cabeza y se que lo que sea que vaya a decirme no va a ser de mi agrado.

—Han pasado más de tres días desde el accidente, Christopher y en todo este tiempo tú no habías mostrado ninguna reacción o avance hasta justamente hoy, cuando ella se ha vuelto tu esposa y te ha venido a llorar en la habitación, así que puede que la chica sea la culpable de tu situación, pero también creo que te ha ayudado a despertar— No puedo creer que mi abuela pueda en verdad creer todo esto, que si bien deja que pensar, no es más que una casualidad, sin embargo sus siguientes palabras si me dan que pensar— Además ella es una excelente oportunidad para tener un heredero.

  

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