Capítulo 28. El parto.

Los días y los meses pasaron volando, y ahora Isabella estaba lista para dar a luz a los trillizos. En la sala de partos, el doctor de siempre la asistía con una calma profesional, mientras Ethan, desde su silla de ruedas, se movía de un lado a otro con el control remoto en la mano, como si estuviera en una carrera de Fórmula 1.

Chris, observando la escena con una sonrisa traviesa, se acercó a Ethan y le dijo:

—Oye, amigo, si sigues moviéndote así, creo que vas a hacer un hueco y te vas a hundir en él.

Ethan soltó una risa nerviosa, sacudiendo la cabeza. —¡No me asustes! Ya tengo suficiente estrés con los trillizos a punto de llegar. No quiero terminar en un agujero en el suelo.

—Vamos, no te preocupes —respondió Chris, guiñándole un ojo. —Si caes, al menos tendrás una buena historia que contarles a los niños cuando crezcan. «Papá casi se convierte en un piloto de sillas de ruedas».

Ethan se rió, sintiendo que la tensión se disipaba un poco. —Sí, claro, y ellos me recordarán como el p
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